Definiciones

Definiciones:

Sociedad: Agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida.

Refractaria: 1. adj. Dicho de una persona: Que rehúsa cumplir una promesa u obligación. 2. adj. Opuesto, rebelde a aceptar una idea, opinión o costumbre. 3. adj. Dicho de un material: Que resiste la acción del fuego sin alterarse.


miércoles, 3 de abril de 2013

Algunas reflexiones sobre los últimos acontecimientos de la Masa Crítica y su repercusión


Queremos hablar de lo que ocurrió en la última masa crítica nocturna: taxista exaltado arremete contra un grupo de bicicletistas lastimando a algunos.

Como lo terrible y morboso vende más, los periodistas empezaron a hablar de la Masa Crítica como nunca antes. Tomaron como fuente internet y las redes sociales. Gigabytes de texto cortado y pegado sin siquiera revisar la ortografía. Los “comments”, se volvieron espacios de discusión, y los “likes” de cada “comment” definen ganadores.

Por eso ahora queremos pensar manteniéndonos dentro de los límites de la realidad.
Ocurre que la Masa Crítica se comprende solo cuando se está ahí. Porque es complejo analizar un fenómeno que incluye a miles de personas andando en bicicleta, sin rumbo, por el espacio público. Es por eso que los periodistas que nunca fueron a una Masa Crítica solo ven “ecohéroes” o incivilizados.

Pero una noche un automovilista embistió contra todos.

La necesidad de respuesta inmediata lleva a la estupidez y comienzan a escucharse cosas como: “No respetan los semáforos” o “Autos vs bicis”.

Actualmente, Masa Crítica son miles de personas que comparten un medio de transporte en una ciudad colapsada y que deciden salir a utilizarlo una vez por mes a la misma hora todos juntos. Igual que si se tratara de tres mil usuarios de tenedores, en la Masa Crítica hay representantes de todas las calañas de ciudadanos: ricos, pobres, jipis, chetos, jipis-chetos, punkys, estalinistas, macristas, eco-pacifistas, peronistas de todas las tendencias, garcas, etc. (no vamos a perder tiempo hablando de lo que ocurriría con veredas y semáforos si los tres mil usuarios de tenedores deciden ponerse a caminar).


El problema empieza cuando la cantidad y la velocidad enceguece. Cuando no se puede mirar a los ojos a quien se tiene al lado. Cuando no se pedalea al ritmo del más lento. Cuando solo termina el recorrido el más resistente. Cuando se deja de comprender lo que sucede alrededor. Cuando el grupo se disgrega. Cuando no es posible ponerse en el lugar del otro. Cuando se deja de pensar. Cuando aparecen líderes. Cuando se imponen egos. Cuando se cede la toma de decisiones.

Todo se desmorona cuando la violencia aparece como un camino posible.



En un momento dado, se encuentran tacheros, bicicletistas, peatones o usuarios de tenedores que creen en el uso de la violencia como método útil para resolver conflictos. Es acá donde ocurre la desgracia.

Porque de un acto de violencia no se vuelve siendo el mismo.

Pero ¿qué es lo que nos vuelve violentos?

¿Cual es el mecanismo misterioso a través del cual una persona decide que es mejor boxearse contra el capó de un fiat, que andar en bicicleta una noche de luna llena?

¿Qué lleva a un individuo a creer que es mejor embestir a una muchedumbre de ciclistas, escapar, y volverse un prófugo, que esperar un tiempo o cambiar el recorrido que tenía previsto?

¿Por qué cuesta tanto bancarse la felicidad propia y ajena?

En la Masa Crítica viví algunas de las emociones más intensas de mi vida y aprendí muchas cosas: desde cuestiones directamente relacionadas con la bici, hasta editar videos o cocinar una bebida típica de Cerdeña. Y todo esto sin pagar un peso. Conocí gente que me cambió y con ellas concreté varios sueños que creía casi imposibles. Redescubrí la ciudad donde vivo. Vi a una marea humana deformarse como un cardumen de peces y cambiar de forma para dar paso a ambulancias que apenas disminuyeron su velocidad. Aprendí a mantener la calma frente a situaciones tensas. Vi a más de un apurado comprender. Vi llantos de todo tipo y por todos los motivos.

En la Masa Crítica entendí la importancia de la lentitud. Y sentí la alegría de terminar un recorrido no planeado, pero compartido con miles.

En la Masa Crítica me sentí insignificante y a la vez invencible. Sentí que la idea de “lo posible” llegaba más lejos de lo que yo podía imaginar en soledad. Comprendí que mi opinión no era tan importante. Que podía ser escuchado, o no, y que eso a la larga no iba a detener la marcha del grupo.

Ideas como libertad, autonomía, independencia, horizontalidad, se hicieron tangibles. La ausencia de jerarquías, la igualdad, el humor y la poesía como forma de lucha se hicieron posibles.

En la Masa Crítica boludié, y boludié mucho. Y me sentí feliz.

Y sentí la colectivización de la felicidad.

Y experimenté con mi cuerpo que siempre se llega a algún lado.

Unx Fabricicletx.
Abril 2013.

Texto publicado x la Fabricicleta él cual adherimos.
y también en Facebook.

lunes, 1 de abril de 2013

Un símbolo muy uruguayo que nació en la Universidad de Yale, en EEUU

Allí se creó la Marcha de la Vuelta Ciclista, que desde 1950 es el himno no oficial de Semana Santa, la “última” del año


Escuche arriba la canción de Rudy Vallée, Betty la colegiala, 1931, y abajo, la Marcha de la Vuelta Ciclista del Uruguay

Se dice que el año comienza cuando el último ciclista de la Vuelta cruza la línea de llegada. Domingo de Pascua tras Domingo de Pascua, desde hace 63 años, la banda sonora para la semana que marca el (doloroso para muchos) comienzo no oficial del año uruguayo es la Marcha de la Vuelta Ciclista del Uruguay. 

Una canción que se hizo para entusiasmar y alentar a los ciclistas y al público traspasó fronteras culturales y se transformó en un himno cultural. “Que el letrista no se olvide (…) de la marcha de la Vuelta”, dice la conocida canción, escrita en 1986 por Raúl Castro que el Canario Luna y Jaime Roos hicieron famosa, y que resalta varios de los más destacables hitos de la cultura uruguaya.

La melodía, que hoy dejará de sonar, para repetirse por 64a vez en el 2014, comenzó a crearse en 1949 y vio la luz un año más tarde. Carmelo Gaitán, un exciclista que trabajaba en CX 18 Radio Sport, dueña de los derechos de transmisión de la Vuelta, sugirió que se encontrara una canción para el evento ciclista de la época. Así lo establece quien es considerado una eminencia en periodismo especializado en ciclismo, Rubén Cóppola, que desde 1945 ejerce la profesión y con 92 años sigue haciendo radio. “Gaitán decía que la música entusiasmaba, alentaba y ayudaba a seguir adelante”, cuenta Cóppola. 

En la radio hermana, CX 14 El Espectador, el director musical era Walter Alfaro, un pianista reconocido, a quien Gaitán le hizo saber que estaban buscando la canción de la Vuelta. Entre todos los discos que Alfaro recibía, recordó una canción que le pareció ideal. Le había llegado por medio de la Embajada de Estados Unidos, que durante la Segunda Guerra Mundial enviaba música de la Marina a todo el mundo. Se llamaba Betty la colegiala, escrita en 1930 por un estudiante de Yale University, llamado Rudy Vallée.


Cuenta Cóppola que a Alfaro le pareció que la música tenía “cierto sentido de pedaleo. Entonces llamó a Gaitán y a él le pareció bien”. De ahí buscaron alguien que escribiera la letra y encontraron en Víctor Soliño, también empleado de El Espectador, la persona ideal. Soliño era conocido por haber integrado la Troupe Ateniense, escritor de Adiós mi barrio, entre otros temas conocidos.

Restó solamente grabar la canción. Para esto se contrató al tenor del Sodre, Alejandro Giovanini, y para los coros se usó a la plantilla de trabajadores de las dos radios integrantes de Difusoras del Uruguay. Las voces que se escuchan son telefonistas, operadores, locutores y administrativos de las radios, junto a la más notoria, que es la del tenor.

“Por lo que yo escuché decir a los que estuvieron, Alfaro reunió a todos en la fonoplatea de la radio, los hizo cantar y el tenor hizo el solo”, cuenta el operador Óscar Romero, uno de los empleados más viejos de El Espectador, que escuchó varias anécdotas de la legendaria grabación. Además cuenta que se grabó reproduciendo la parte musical de Betty la colegiala, y cantándole al mismo tiempo “arriba”, algo que no se acostumbraba hacer en la época. 

La letra, de ocho versos, “quedó corta” para cubrir la parte musical, y por esto, cuenta Cóppola, Alfaro le pidió a Giovanini que silbara. 

El resultado, para Cóppola fue muy bueno. “Tiene todos los ingredientes para convertirse en el gran éxito que fue y es. Cuando se escuchan los acordes de la Marcha todo el mundo se detiene porque es una música que atrae. López Baroffio, que era el gerente de Radio Sport, no permitía que pasaran la canción hasta quince días antes de la Vuelta, para que la gente no se acostumbrara a la melodía”, dice el periodista. 

“Para mí la Marcha es un sentimiento. No solo lo viví en carne propia, sino que lo escuchaba cuando era chico, con mi padre, con mi tío y ya lo tenía incorporado. Está arraigado en el pueblo oriental”, dice Romero, que cubrió 18 Vueltas Ciclistas, se convirtió en un fanático y trabajó “en el último coletazo” con varios de los más respetados periodistas de ciclismo de la vieja escuela. “Si no escucho la Vuelta en semana de Turismo, es como si me faltara un dedo”, remata.

Litigio
La Marcha, que había debutado con el pie derecho en 1950, se apagó por algunos años. Al menos la parte cantada, debido a una disputa por los derechos de difusión entre dos radios que se dio en 1988 entre Sport y Cristal. Esta última cerró con quien administraba los derechos de la Vuelta, el Club Atlético Policial, después de que la primera se demorara en pagar lo que el club pedía. Cuando esto sucedió, Sport se presentó ante la Asociación Nacional de Broadcasters Uruguayos (Andebu) y en un tribunal de honor se falló a favor de Cristal.

Esto hizo que Sport pusiera algunas piedras en el camino cuando se retomó la vuelta: una de las tantos fue prohibir que se usara la canción. Pero como la música no pertenecía a Sport, sino a Rudy Vallée, el resto de los medios usaron el sonido igual, pero sin el famoso coro y cantante.

¿Plagio?
Cóppola cuenta que nunca se supo de un problema por parte del dueño de la canción, Rudy Vallée, que con varios éxitos en la espalda, murió en 1986. Él dice que “no fue un plagio; fue una copia”. Y agrega que nunca se planteó ningún problema relacionado con la propiedad intelectual de la música.

La letra
Desde un extremo al otro de la patria 
el pueblo vibra en un clamor triunfal 
al desfilar la airosa caravana
que forman los campeones del pedal.
Una canción de acento jubiloso 
que habla de frente con ardor y rectitud.
Hasta la gloria del mejor claro ideal
que premia el corazón de la juventud


Pablo Zanocchi @zanocchi El observador - Uruguay
Redacción SCR